jueves, 24 de enero de 2013

La ciudad del amor


¡Me encanta París!, dicen que es la ciudad del amor, pero yo me sé otra: ¡VERONA!
 Y ésta es la ciudad del amor de la que hoy os voy a hablar.

Verona es una pequeña ciudad italiana que no tiene nada que envidiar a Roma, no tendrá un Coliseo pero tiene un imponente anfiteatro donde se puede asistir a modernos conciertos o a clásicas representaciones operísticas.

Caminar por las calles de Verona es una gozada y, a pesar de ser una ciudad turística, está menos abarrotada que la capital italiana, además Verona guarda en su interior la HISTORIA DE AMOR, si, así con negritas y subrayado, más famosa del mundo: la historia de Romeo y Julieta.

Aunque no se sabe con exactitud si de verdad existió esta famosa pareja, y si la historia realmente transcurre en Verona y no en alguna otra ciudad, Shakespeare se inspiró en este precioso lugar para regalarnos con este amor sin medida que ha conseguido mover los corazones de millones de personas.

En Verona es tal la repercusión que ha tenido la historia que se respira amor por todos los rincones. Existe una casa a la que se ha denominado "La Casa de Julieta" pero no se sabe con exactitud, como ya os he comentado, si de verdad esta famosa enamorada existió y vivió en ese palacete. En él podemos encontrar una estatua que la representa y cuya leyenda dice que quien le toque la mama izquierda tendrá suerte en el amor.

El lugar se ha adaptado a la modernidad y ahora, además de tocar a la pobre e indefensa Julieta, también podéis colocar el tan de moda candado del amor.

Podría parecer cursi pero ¿A que es precioso que la gente se mueva con el amor como motor?

Verona tiene, como podéis ver, mil y una razones para ser denominada ciudad del amor. Es una ciudad para ir en pareja, para ir en familia, para ir con amigos, os aseguro que lo pasaréis de maravilla caminando por sus calles, disfrutando de sus rincones y sus plazas y ¡COMIENDO!

Confieso, sin vergüenza, que es el único lugar en el que un plato de comida me ha sacado las lágrimas de felicidad -a quien le guste comer lo entenderá perfectamente- y espero con ansia un fin de semana largo, como mínimo, para poder regresar a ese maravilloso lugar. ¿Os he dicho que los helados son producto divino?


Podría contaros muchas cosas más sobre Verona pero prefiero que os animéis y las descubráis por vosotros o vosotras mismas. Ya me contaréis si ha valido la pena.

 

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